Para todas las personas. En especial para las personas autistas, neurodivergentes, o que se consideren (o las consideren) excéntricas o raras.
𝗘𝗫𝗖É𝗡𝗧𝗥𝗜𝗖𝗢𝗦. Hagamos de nuestras rarezas nuestras fortalezas
𝐋𝐚 𝐨𝐛𝐬𝐞𝐫𝐯𝐚𝐜𝐢ó𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐝𝐮𝐜𝐭𝐚 𝐞𝐬 𝐢𝐧𝐬𝐮𝐟𝐢𝐜𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐚𝐯𝐞𝐫𝐢𝐠𝐮𝐚𝐫 𝐜ó𝐦𝐨 𝐞𝐬 𝐮𝐧𝐚 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚. 𝐄𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨𝐬 𝐢𝐧𝐭𝐞𝐫𝐧𝐨𝐬 𝐞𝐬𝐭á 𝐥𝐚 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐚.
Ser «excéntrico» se refiere a tener comportamientos, opiniones o intereses que son inusuales o divergentes de lo que se considera normal o convencional dentro de una determinada sociedad o grupo social. Una persona excéntrica a menudo se destaca por su singularidad, originalidad o excentricidades en su forma de vestir, hablar, pensar o actuar.
La excentricidad puede manifestarse de diversas maneras, desde vestirse con ropa llamativa o poco convencional hasta tener intereses o pasatiempos poco comunes, o expresar opiniones que difieren radicalmente de las opiniones predominantes.
Es importante destacar que ser excéntrico no implica necesariamente ser extravagante o extraño en el sentido peyorativo, sino más bien tener una perspectiva única y diferente del mundo.
En muchos casos, las personas excéntricas son creativas, innovadoras y visionarias, ya que a menudo desafían las normas establecidas y se atreven a explorar territorios desconocidos. Aunque pueden ser objeto de curiosidad o incluso de burla por parte de otros, su singularidad también puede ser admirada y respetada por su originalidad y valentía para ser auténticos consigo mismos.
Sí, soy mucho más excéntrica de lo que muestro. Con el tiempo me he ido amoldando a los roles sociales lo suficiente para que no se me considere loca. Así solo soy peculiar, rara, especial y todas esas cosas que me dice la gente.
Toda una vida de adaptación, intentando respetar mi esencia para mí misma. Sabiéndome distinta. Creyéndome a veces extraterrestre, sí.
Haber estado toda la vida manejándome en esta sociedad, teniendo un trabajo convencional, llevando una vida aparentemente “adaptada” y disfrutando todo lo que he sabido o podido.
Pero sabiendo en el fondo que mis motivaciones pueden ser distintas, mis pasiones pueden ser más intensas. Y protegiendo mi mundo interior de todo y de todos, excepto de mí misma. Porque en mi mundo interior es donde de verdad me siento libre. En mi mundo interior y en el campo.
Debido a esto he dejado de hacer muchas cosas que he pensado, he evitado conductas que me hubiesen apetecido. Las he evitado por no considerarlas “habituales o correctas” o simplemente por no saber si lo eran.
He evitado cosas tan simples como por ejemplo pagar un billete de Ave solo para escribir durante horas en la tranquilidad de un vagón en silencio. Sin que el objetivo del viaje fuese desplazarme o llegar a otro lugar, sino tan solo escribir en un contexto que me resulta calmado e inspirador.
Sería algo así como una mujer que viaja en tren solo para escribir. Que hace del vagón en silencio una oficina propicia a la concentración, con ese sonido único del tren y ese movimiento que me hace entrar en frecuencia especial. Siempre escribo algo cuando viajo en tren, aunque sean unas líneas en el móvil. Aunque luego no las publique en ninguna parte. Pero el viaje en tren me inspira, me hace volar el pensamiento.
¿Tan loco sería pagarme un billete de Ave solo para pasar unas horas escribiendo en el tren?
Cosas tan simples como esas son las que he evitado hacer.
O no publicar ciertas cosas por miedo al juicio. Tengo un maletín lleno de escritos muy potentes. Tal vez buscarme un pseudónimo sea la solución.
Yo, que siempre he intentado defender mi originalidad, me he coartado a mí misma muchísimas veces. He optado por conductas de evitación cuando mi parte del “yo” que actúa como juez me ha dicho que eso que quiero hacer no es demasiado lógico o no encaja en los patrones sociales correctos. También he optado por conductas de evitación cuando he sentido miedo a hacer ciertas cosas. Miedos que ahora estoy entendiendo por qué se han producido.
En parte han sido producidos por cómo percibo el mundo: muchas veces percibo el entorno como hostil. Muchas veces lo percibo como hostil porque a mi sistema nervioso le cuesta filtrar la cantidad de estímulos a los que estamos sometidos simplemente al salir a la calle de cualquier ciudad.
Muchas veces percibo como hostil el gran movimiento que existe a mi alrededor cuando entro en un supermercado. Es hostil porque a mi sistema nervioso le cuesta deshacerse del ruido y le cuesta ordenar el movimiento, entonces todo es como un k.o. y no se percibe agradable.
Hubo una época, cuando era muy joven, en que no podía salir a la calle de la ciudad. Sufría de agorafobia. Pero nunca tuve agorafobia en el campo. Curioso, ¿verdad? Ya he encontrado la explicación a eso. También he encontrado explicación a la fobia social que sufrí en la misma época y a la depresión y a los intentos de suicidio.
Por fin he encontrado explicación a muchas cosas: percibo y proceso el mundo de una manera distinta a lo más “habitual”. Y, además, hay muchas personas que perciben y procesan el mundo también de maneras distintas a lo “habitual”. Ha sido el descubrimiento de mi vida.
No siempre me he coartado, claro. Por eso mucha gente me ve como persona poco convencional. Pero otras veces sí me he limitado. Por miedo también a caer en la locura. Por miedo a que mis conductas se consideraran demasiado fuera de lo habitual.
Pero resulta que ahora descubro a ciencia cierta que mi cerebro funciona distinto. Que percibo el mundo de una manera distinta. Y que, por supuesto, no estoy loca. Punto para la neuropsicología. Y que los coaches cuánticos se dejen sus explicaciones para los seres de luz.
Esa percepción por parte de mí misma y de otros de que soy persona poco común se debe la configuración de mi sistema nervioso, de mi cerebro. Se debe a cómo percibo el mundo y a mi relación con él.
Mis fortalezas y mis dificultades también se deben a lo mismo. El hecho de que algunos crean que soy superdotada y otros piensen que soy lenta, se debe a lo mismo. Que algunos se crean que tengo poderes mágicos o ciertos dones, se debe a lo mismo.
Pero el hecho de coartarme conductas que no considero demasiado “normales” es un tema mío, de mi propio auto juicio. Lo bueno es que siempre he sido consciente de ello. He sido consciente de mi autolimitación.
A veces hay billetes de Ave que cuestan menos que una pizza. Será plan de ir siendo consciente de todas esas conductas coartadas por mi propio auto juicio y por mis miedos e ir dejándolas hacer. Así, como si fuese una auto terapia.
Es como cuando alguien me dice respecto a algo que digo o hago: “es que eso nadie lo hace”. Entonces entro en duda… y pienso: “ya, es que yo soy distinta”, pero acabo no haciéndolo por pensar que se sale de lo habitual y que no sirve de nada. Esa es la historia de mi vida.
Afortunadamente, como digo, no siempre me he limitado, quiero seguir teniendo eso presente. He hecho algunas cosas que pocas personas hacen y no me ha ido mal del todo. A veces he decidido hacer caso a mi necesidad y seguir la dirección que han marcado mis flechas internas, por mucha locura que pareciese.
¿Soy excéntrica? Claro que lo soy, mucho más de lo que se ve por fuera. Y soy autista.
Todo en detalle te lo cuento en 𝑬𝒍 𝒇𝒂𝒓𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒊𝒍𝒖𝒎𝒊𝒏𝒂 𝒎𝒊𝒔 𝒔𝒐𝒎𝒃𝒓𝒂𝒔. 𝑨𝒖𝒕𝒊𝒔𝒎𝒐. 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝒐𝒕𝒓𝒐 𝒅𝒊𝒂𝒈𝒏ó𝒔𝒕𝒊𝒄𝒐 𝒕𝒂𝒓𝒅í𝒐.
Hagamos de nuestras rarezas nuestras fortalezas.
Imagen generada con tecnología de DALL·E 3
Yo también me he coartado muchas veces, por tratar de encajar en un entorno que a veces siento muy hostil. Hace muchos años, me diagnosticaron Transtorno Depresivo Mayor, he tenido 3 intentos autoliticos y varias crisis depresivas. Creo que tiene que ver que soy PAS, todo me afecta más que al resto de las personas. Soy de El Salvador, vine a España hace 3 años con mi familia. Creí que aquí me sentiría mejor. Pero no. Me siento rara, como si fuera de otro planeta.
¡Hola wapa! Gracias por compartir y comentar 🙂 Te mando un abrazo.
Muchas gracias por las cosas tan interesantes e inspiradoras que escribes. También te mando un abrazo. Feliz fin de semana.