Tu respiración acaricia mi piel.

En esta época donde las relaciones sociales a través de lo digital sustituyen o complementan a lo que hacemos en el mundo físico, creo que es chulo no perder de vista la importancia de una caricia real, compartida en espacio y tiempo. La caricia de una respiración, por ejemplo. La piel es el órgano más extenso del cuerpo humano. Está llena de millones de receptores sensoriales.

Y cuando una caricia toca la piel y esas señales llegan al cerebro a través de los nervios, entonces se produce la magia…

… duermes. Siento tu respiración a mi lado. Tranquila, pausada, hipnótica. Como una píldora relajante, como una caricia para el alma. Me dejo llevar por ese vaivén. Entro en tu frecuencia y me duermo a tu lado. En contacto, piel con piel …

Texto de algo que algún día pasó. La vida cotidiana es inspiradora, las caricias son nutritivas. Y la respiración es un ancla al aquí y ahora, al momento presente. Dejarse llevar por el vaivén de la propia respiración es hipnótico.

Dejarse llevar por el vaivén de la respiración de otra persona, puede llegar a ser como una canción de cuna, una vuelta a la infancia; a cuando nos dormíamos en brazos de nuestra mamá. Nos podemos llegar a sentir mecidos y protegidos. Es una sensación muy hogareña y satisfactoria.

Está claro que no sintonizamos siempre con la frecuencia respiratoria de otras personas, o  incluso una respiración ajena puede llegar a estresarnos. Simplemente dejémonos llevar por aquello que sintamos, sin forzar nada. Cada persona percibimos diferente.

Feliz momento 🙂

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