La magia de la primera vez. La foto la hice en 2013, etapa Hospitales. Camino Primitivo. Aunque sé que algunos tramos del Primitivo han sido calcinados por las llamas, quiero volver a pasar por ahí. Otra metáfora de la vida: calcinar, desaparecer y florecer. Muchas veces he andado por paisajes tétricos llenos de cenizas. Es sobrecogedor. Pero tan real como la vida misma.

La primera vez que hacemos algo que consideramos una aventura solemos empezar expectantes, nadando en nuestra propia inseguridad, con mariposas en el estómago por esa ilusión.

Recuerdo la primera vez que fui al Camino de Santiago. Este año se cumplen 10 años. Era 2013 y el elegido fue el Primitivo. Inolvidable. Guardo amistades peregrinas desde entonces. Lazos fuertes de amistades auténticas.

La primera vez, me lancé al Camino por pura curiosidad. Ni el Camino me llamaba ni pensaba que me fuese a gustar. Pero cuando personas conocidas que lo habían hecho, me contaban con esa luz en sus ojos… pensé que estaban locos o que realmente algo les debió aportar esa experiencia. Y quería descubrir el verdadero motivo de esa luz de sus miradas.

El Primitivo me maravilló tanto que lo guardé ahí, con mucho cuidado, en algún lugar especial. Y nunca más quise volver a repetirlo.

No quise volver a repetirlo por miedo a que no fuese como la primera vez, por miedo a que me decepcionara, etc.

Pero… han pasado muchos caminos y muchas cosas en mi vida desde aquella primera vez. Muchas. Muchísimas. A veces creo que demasiadas. Y entonces pienso que la vida cotidiana es mucho más intensa, cambiante, profunda y llena de sorpresas que cualquier montaña, senda o cualquier Camino de Santiago. El Camino solo es el contexto.

Un contexto que nos ayuda a fluir y a vivir con intensidad. Pero cuando eso lo transportas a la vida cotidiana… entonces la vida cotidiana es tan fascinante como cualquier camino de hierba y tierra.

Aquel primer Camino de Santiago, aquel Primitivo me ayudó también a dar el paso de mi cambio de vida.

Hay cambios que se ven por fuera, pero sobre todo los notamos por dentro.

Nada volvió a ser igual. Después de aquella primera vez, comenzaba uno de los caminos más apasionantes de mi vida: ser consciente de la incertidumbre y aprender a caminar sobre ella.

De lo que no me había dado cuenta hasta entonces es que la incertidumbre siempre es constante, pero necesitamos vivir en una continua ilusión de seguridad.

Y de repente, en lo que llevamos de 2023 se me han presentado algunas ocasiones de volver al Camino, pero por motivos diversos las he ido descartando.

Y llega la oportunidad de volver a caminar en Mayo… veo ahí unos días que me acoplan bien.  Sé que terapéuticamente me irá bien caminar. Alejarme un poco del estrés de los estudios, de los altibajos emocionales de haber empezado recientemente un nuevo proyecto online y de algunos pensamientos que se proyectan ante un futuro incierto, recordándome que la incertidumbre es una variable constante. Quiero dejar que mi mente se reorganice como quiera a cada paso.

Volverá a ser mi primera vez: la primera vez que voy al Camino con un negocio digital en marcha. Las primeras veces… la magia de las primeras veces.

Parece que el destino se empeña en darme señales de que crea en él. Pero, como siempre, me resisto a creer en cosas que no son evidentes. Aunque he de reconocer que tengo como una especie de debilidad a creer que el Camino de Santiago tiene algo que se escapa a la lógica o a la psicología convencional.

Si tuviese que darle una explicación lógica, diría que el Camino de Santiago se trata de un contexto ideal y perfecto para soltar condicionamientos, miedos y aprendizajes previos. Es un contexto ideal para la conexión con nosotros mismos y con los otros.

El cansancio diario, la liberación de neurotransmisores de la felicidad y situaciones muy diversas que se pueden vivir, hacen del Camino de Santiago un contexto muy interesante y seguro para la reubicación psicológica y la reestructuración neuronal. Claro que, para ello, uno debe estar abierto a que así sea. Si no, por mucho que uno ande… no evoluciona.

Si todo fluye según lo previsto (cosa que nunca se sabe) en mayo volveré al Primitivo. Solo tengo billetes de ida y vuelta. Lo que pase en medio de esos días, el camino lo decidirá.

Y si sucede será, como siempre, algo especial. Especial porque no habrá osito rosa de peluche que me acompañe. Porque tendré el reto de enfrentarme al recuerdo inolvidable y ensalzado de aquella primera vez. El reto en realidad es que la comparación que inevitablemente haré no se lleve el gozo de lo que pueda ocurrir. El reto de darle un nuevo enfoque, porque en realidad será un nuevo camino. Será muy muy diferente a aquella primera vez. El reto de ser capaz de soltar lastre, de reencontrarme conmigo otra vez y de soltar toda expectativa.

En 2013 tenía un sueño: cambiar de vida. Y así fue. Trabajé para ello. Externamente e internamente

Aquella vida que solo imaginaba en mi mente en 2013 ya es el principio de una realidad: trabajar de terapeuta online. Renunciar a un trabajo fijo, renunciar a viajar tanto como antes, estudiar una carrera universitaria y muchos estudios complementarios… mucho esfuerzo y mucha ilusión en el camino me han llevado a conseguirlo.

La Casanova (yo) tiene muchos defectos. Pero tengo también una virtud muy muy potente: tengo la fortaleza de poder focalizar mi energía para ir a por aquello que de verdad quiero a pesar de los miedos que me acompañan, a pesar de los comentarios ajenos o de la corriente social. A pesar de la incertidumbre y aceptando que puede salir bien o mal; a pesar de que exista gente que cree que estoy fatal.

No, a veces no es fácil. Pero los retos personales me ponen 😀 Y me encantan las caritas de la gente cuando ven que consigo lo que quiero. Entonces pasan de decir que estoy fatal a decir: qué ovarios tienes. (Aquí pondría el emoji de las gafas de sol jeje).

Lo que ocurre es que, cuando me acuerdo de que solo tengo una vida y esa vida es solo mía, conecto con la idea de que quiero morirme en paz; quiero morirme con la sensación de certeza de que hice todo lo posible por amar de verdad, por decir “te quiero” con naturalidad, por sentir sin filtros, por pensar desde mi propia y sesgada libertad, por experimentar la vida que quiero. Aunque me llamen loca, aunque me llamen rara.

Loca, rara o diferente y aquí estoy, acompañando en terapia online a caminantes de la vida que quedan altamente satisfechos y agradecidos. Y yo contenta y agradecida también a ellos porque me enseñan cada día. Siempre digo que la terapia online es un camino de aprendizaje mutuo.

Y en eso estoy, por eso hago este camino. Como un re-inicio. Para seguir reforzando la idea de que los pasos que guían mi vida son los pasos que yo misma voy construyendo; pasos conectados directamente a mi voluntad. Re-inicio: un camino simbólico de esta nueva vida que recientemente he comenzado a caminar.

¿Cómo llevas tú los reinicios vitales? ¿eres consciente de que estás construyendo tu vida a través de tus pasos?

En terapia también veo a personas con miedos. Es normal. Todos los tenemos. Mi misión es que conecten con esos miedos, que conecten después con ellos mismos, con lo que de verdad quieren, con su voluntad. Y que sigan caminando con una fortaleza más potente que sus fantasmas; que construyan su realidad desde la libertad.

Las almas que caminan juntas, quedan unidas para siempre.

Artículos de Psicología y Camino de Santiago en colaboración con GRONZE, la mejor guía sobre el Camino.

 

 

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