Ayer fue un día muy especial, cargado de aprendizaje y energías. Fue el día que conocí a la kundalini de carne y hueso. Le pongo el nombre ficticio de Kundalini, así con mayúscula, porque es una persona que ha recorrido un proceso complejo con la supuesta energía kundalini. 

Ayer fue el día que decidí dejar en casa mi racionalidad y abrirme a otras maneras de ser, sentir y pensar. El peso de nuestra razón, a veces, puede llegar a ser asfixiante.

Mis primeros juegos con la energía kundalini fueron en clases de yoga, cuando era niña. El yoga kundalini es energéticamente muy potente. Se dice que la energía kundalini reside en la base de la columna vertebral, enroscada como una serpiente. Y que su avance hacia arriba provoca efectos muy poderosos. Pero nunca pensé que conocería algún día a alguien de carne y hueso que hubiese andado un proceso tan poderoso y trascendental en su propio ser.

Mis prácticas de meditación, tras los inicios de niña, siguieron por sus propios caminos. Experimentando y practicando hasta que de adulta me especialicé en mindfulness por la posibilidad de aplicarlo en psicoterapia. Pero los otros tipos de meditación seguían en mí, caminando a su aire.

Kuunganisha y Kundalini se conocieron haciendo un máster universitario en España. Ellas se hicieron amigas y continuaron su relación más allá de la distancia pues, al terminar el máster, Kundalini regresó a su país.

A través de Kuunganisha supe de la existencia de Kundalini. Me contó que ella practicaba meditación.

Ayer Kundalini estaba en España. Y Kuunganisha tiene ese don natural maravilloso de conectar personas con algún tipo de afinidad. Ella hace posible los encuentros y conexiones entre frecuencias afines (por eso he elegido ese nombre ficticio para ella -significa “conectando” en suajili-). Hicimos planes para vernos, pero parecía complicado coincidir en espacio y tiempo.

En la jerga del peregrino decimos que “el camino provee” que vendría a ser algo así como “el universo provee”. Decimos que el camino nos da lo que necesitamos en cada momento. Sobre todo cuando parece imposible. Y los místicos dicen que nada es casual.

Yo sí creo en la casualidad y en la causalidad, pero sobre todo creo en el poder de la actitud. Curiosamente los planetas se alinearon (tal vez también se alienaron). Sí, muy curioso… Y el encuentro se produjo por la tarde en un espacio natural muy emblemático de Castellón. Una zona especial para todos los que amamos el bosque.

Para Kundalini era seguramente la primera vez en su vida que se encontraba con el gran castaño. No sabríamos decir el porqué, pero ese castaño atrapa. Nos tumbamos a la sombra de sus ramas. Había mosquitos y celebraron con nosotros la gran comilona del verano.

Al cabo de un rato, tumbada en el suelo, escuchaba a Kundalini respirar. Sabía que ella practicaba meditación y por tanto técnicas de respiración. Pero esa respiración que escuchaba entre las ramas del castaño… era diferente.  Resulta que, además, Kundalini es chamana. Continué tumbada, relajándome y nutriéndome de la calma de esa tierra que hacía unos meses que no frecuentaba.

Al cabo de un rato Kundalini nos ofreció energía. “¡Sí, por favor!”. Era la primera vez que una auténtica chamana nos ofrecía ese gesto. Se colocó detrás de nosotros, y en trance respiraba y nos ofrecía. Fue curioso y potente. Primero a Kuunganisha que estaba en una zona, pegada al gran árbol protector. Después a Beppo y a mí que descansábamos juntos en otra zona del suelo.

¿Qué sentimos cada uno?

Yo me abrí a recibir lo que fuese que quisiera entrar, sin expectativas. En actitud mindfulness. Me sentía en un lugar seguro al lado del castaño. Y con personas de plena confianza, incluida ella, Kundalini, a la que acababa de conocer, pero fue como si hubiese estado esperándola durante muchos años. Empecé a sentir algo muy energético que me acariciaba toda la espalda y la cabeza, como una nube que me hacía cosquillas. Como si miles de hilos o de plumas o telarañas o dedos me hiciesen cosquillas y me dijeran “hola, hola, estoy aquí… ¡despiértate!”. Aunque realmente yo estaba despierta, muy despierta. Pero esa energía se refería a otro enfoque del despertar. Fue algo potente, sorprendente, bonito. Y creo que de alguna manera se adaptó a mis preferencias: fue algo muy físico, real, tangible… lo notaba, tenía sustancia.

Ohhhhhhhhhh y a mí que me encantan estas cosas, pero mi mente analítica siempre tiene miles de preguntas… Dejé mi mente racional a un lado, abrí la zona mental de la posibilidad y acribillé a preguntas a Kundalini.

Las explicaciones de Kundalini eran muy interesantes. Un tesoro abierto a ofrecer. Explicaciones de una maestra que me hacían aterrizar y darme cuenta una vez más que no es nada esotérico. Simplemente es la realidad que habitamos, que cada persona percibimos de maneras diferentes. Tan solo un universo de posibilidad al que, en algunos momentos de mi vida, tuve acceso. Al que todos tenemos acceso.

Kundalini se convirtió en la maestra de la tarde. Me hubiese pasado días enteros preguntándole, pero sobre todo escuchándola.

Mi conocimiento del chamanismo es escaso. Solo he leído algún libro sobre ello. El Viaje del Chamán (de varios autores) de la editorial Kairós, lo leí este verano. Me gustó mucho. El chamanismo es un modo de obtener conocimiento y ayuda; los chamanes se inspiran en diferentes planos, en una realidad amplia que puede servir de ayuda, de aprendizaje y de sanación.

Ayer tuvimos la suerte de charlar y experimentar la energía canalizada por una auténtica chamana. A ella no le hicieron falta tambores, ni sustancias. Esos condimentos no son necesarios. Ella funciona de manera natural. Ella conecta, a ella la avisan desde otros planos. Los condimentos supongo que tal vez puedan ayudar o pueden formar parte del ritual, pero nada de eso hace falta cuando se tiene esa capacidad para hacer de canal energético.

Cuando hablamos del Universo, de energía cósmica, de diferentes planos de “realidad”, y ocurre que el camino provee para que nos encontremos con una persona tan especial como Kundalini, todo toma una dimensión más grande, sin límites, infinita y eterna. Un mundo de posibilidad al que, para poder acceder, creo que estaría bien adoptar la mirada de principiante, la mente de niño, la inocencia y la percepción infinita de alguien que acaba de llegar a este mundo y está abierto a descubrir. Aunque llevo años de meditación y práctica y de lecturas ortodoxas y heterodoxas, ayer me sentí como una humilde aprendiz recién llegada.

Caminar por entornos naturales, conectar con las energías que circulan por los árboles y la tierra, caminar sintiéndonos libres, aprender; todo esto también es caminoterapia. Caminar en estado puro, sin filtros ni maquillajes.

¿Qué ocurrió después de la caminata? Volvimos a casa. De retorno, en el coche, comenzó a sonar en la radio el O Fortuna del Carmina Burana. Hacía muchos años que no escuchaba esa pieza. Fue como el colofón perfecto a una tarde trascendental. El día que conocí a Kundalini estaba en plena puesta de sol.

Y llegó la noche. Me dormí plácida y rápidamente, como siempre. Con las sensaciones energéticas todavía flotando en mi cuerpo y en mi mente. Al despertar he tenido la sensación de que la noche ha transcurrido de manera extraña. Pero todo está bien. Tal vez una acumulación de sensaciones difíciles de asimilar. Todas buenas.

A veces, desde hace muchos años, ocurren cosas que interpreto como llamadas de atención. Llamadas a la apertura mental, a quitarme prejuicios y miedos a lo heterodoxo. Llamadas a fluir.

Por eso también me encanta caminar por entornos naturales, porque cuando camino soy capaz de despojarme del encorsetamiento en el que nos vemos sumidos muchas veces, el encorsetamiento social del que soy consciente y del que creo que soy libre hasta que algo viene a llamarme la atención

Llevo 30 años en el camino de la meditación, pero muchos pasos me quedan por andar. De niña tuve maestras. Después caminé en solitario. Y hoy he recibido una clase magistral de humildad de una nueva maestra.

Gracias a ese castaño, a Kuunganisha por la conexión, a Beppo y a Kundalini por convertir la tarde de ayer, «el día que conocí a Kundalini«, en un día más para guardar en el saco del aprendizaje, de la sabiduría, del presente y del recuerdo.

(Por privacidad los nombres son ficticios, pero para mí tienen sentido 😉

 

Gracias por leerme. Feliz momento.

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