Si practicamos meditación desnudos podemos ser más conscientes de la sensación de los elementos naturales en nuestra piel. Si estamos vestidos, podemos ser conscientes del contacto de la ropa en nuestra piel. Así que no importa estar vestidos o desnudos. Se trata sólo de probar experiencias sensitivas diferentes. Vamos a ver qué nos aporta la desnudez en la meditación.
Meditar desnuda flotando en el mar para mí es una sensación de conexión muy buena que no suelo practicar durante mucho tiempo porque el mar nos puede arrastrar. Pero si el Mediterráneo está en calma absoluta, aprovecho y lo hago durante algún minuto, no más. Y aprovecho cuando está saliendo el sol. Captando los primeros rayos de sol impactando en el mar.
Valdría una piscina donde el espacio está controlado y así poder estar flotando y meditando durante más minutos sabiendo que no vamos a acabar en alguna Isla perdida del Pacífico o devorados por algún tiburón. Así que eso de meditar flotando en el mar, es algo que puede acabar en catástrofe si no sois expertos nadadores marinos. Podéis desnudaros y practicar meditación sentados en la arena, recibiendo los primeros rayos de sol del día (o los últimos dependiendo de vuestra situación geográfica) sin que el mar os arrastre hacia adentro.
El acto de quitarnos la ropa es un acto de exposición y está mal visto y puede ser juzgado y sancionado si lo hacemos en público, pues en nuestra cultura estamos acostumbrados a ir vestidos todo el día. Forma parte de nuestra educación, lo tenemos integrado y muchas veces ni nos lo cuestionamos.
Pero podemos quitarnos la ropa sin problema en una playa nudista o en el monte si estamos solos o con personas que no nos van a juzgar. O en el interior de nuestra casa. Podemos así disfrutar de la sensación de desnudez en la meditación sin temor a ser juzgados.
Recuerdo una vez en el campo, en pleno mes de agosto, calor sofocante… Pero de repente una tormenta de esas estupendas de verano que duran tan solo unos minutos. Estaba con quien era mi compañero de vida en aquel entonces. Estábamos solos.
¿Qué hice? Pues lo que me apeteció en aquel momento: desnudarme. Me quedé de pié con los brazos extendidos hacia el cielo unos momentos. Y sentí cómo las frías gotas de lluvia impactaban en mi cuerpo caliente. Sentí cómo mi temperatura comenzaba a descender.
Sentí esa conexión y fusión con el elemento agua, el contraste de temperaturas; y acabé disolviendo con ese agua mi sensación de pertenencia corporal y mi percepción del yo.
Mi compañero sólo comentó: “estás muy loca, pero me molas” jajajaja. Le invité a acompañarme en aquella meditación, pero él eso de sentir su desnudez en pleno campo no lo veía como algo lógico. No pasa nada. Cada persona somos un mundo.
Cesó la tormenta enseguida, volvió a apretar el calor, me sequé en un momento y me vestí. Tuve ese momento de conexión y fusión con la lluvia sin interferencias.
También el hecho de quitarnos la ropa nos expone a tener sensaciones de vulnerabilidad a las que podemos prestar atención como parte del ejercicio atencional de meditación. No nos extrañamos al desnudarnos para darnos una ducha, pero tal vez sí nos extrañamos si nos desnudamos para meditar. Es lógico, porque somos seres contextuales; y en el contexto meditativo tal vez no estamos acostumbrados a quitarnos la ropa.
Entonces tenemos la oportunidad de prestarnos atención a cómo nos sentimos al quitarnos la ropa para meditar. ¿Nos sentimos desprotegidos tal vez?, ¿nos sentimos expuestos aunque estemos solos?, ¿expuestos ante quién? Hagámonos estas preguntas. Nos podemos dar cuenta así de la influencia que tiene la cultura en nosotros. ¿Tal vez una cultura que etiqueta al cuerpo como algo que hay que tapar o esconder? Si estamos en el campo, ¿nos da miedo a que nos pique un insecto? Observamos ese miedo entonces.
Vemos de esta forma que meditar desnudos si no es algo a lo que estamos acostumbrados, nos regala unos aportes y enriquece la práctica habitual en relación con la observación de las sensaciones que tenemos. Favorecemos así nuestra metacognición.
Meditar desnudos nos aporta mayor consciencia corporal. Podemos aprovechar para reconciliarnos con nuestro cuerpo. Prestar atención a las sensaciones que tenemos al saber que estamos desnudos y también aceptar nuestro cuerpo tal y como es.
La meditación y la desnudez nos puede aportar:
1- consciencia corporal
2- aceptación del cuerpo
3- consciencia de los pensamientos que tenemos al desnudarnos
4- experiencias sensitivas diferentes por el contacto de los elementos naturales externos con la piel
Pero no es necesario en absoluto desnudarse para meditar. Tal vez no nos gusta, no nos apetece o nos sentimos violentos o incómodos. Y nada de eso queremos para nuestra práctica. La práctica meditativa es fluir y si no fluimos con ella no debemos hacer nada que nos resulte incómodo.
Estando vestidos, también podemos notar esa sensación de fusión. Podemos comenzar a prestar atención al contacto de nuestra piel con la ropa. Tenemos tan integrado ir vestidos que no solemos prestar atención a ese contacto, así que es un ejercicio atencional buenísimo que podemos hacer en cualquier momento.
Podemos hacer un ejercicio con visualización. Después de sentir el contacto de nuestra piel con la ropa, podemos expandir nuestro cuerpo hasta que se fusione con la ropa. Y se puede seguir expandiendo hasta que se fusione con el lugar donde estamos y se puede seguir expandiendo hasta que se fusione con el universo entero.
Veis que no hay demasiadas diferencias en la finalidad de este ejercicio de fusión y disolución del yo; solamente que utilizamos elementos diferentes para entrar en estado de meditación: estando vestidos el contacto con la ropa y estando desnudos el contacto con la lluvia (o si fuera el caso con el viento, con el sol, etc.)
Para mí son formas de enriquecer las prácticas.
¿Os animáis a practicar una meditación desnudos?
Buenas tardes Nieves. Me gustaría saber si organizas sesiones de meditación naturista. Y de ser así cómo podría hacer para participar.
Muchas gracias.
Hola José. De momento no organizo sesiones de meditación naturista, pero sí lo tengo previsto para un futuro, tal vez el próximo año (si la vida lo permite).
Cualquier novedad de sesiones y talleres las pondré en la web.
Saludos y gracias a ti por el interés.