Este texto viene inspirado por lo que estoy viendo en mis sesiones online y por lo que estoy viendo a mi alrededor. Y también por un post de mi amiga Facebookera  Sara. Se ha instaurado en una parte de la sociedad una especie de miedo a sentir en las relaciones afectivas.

¿Por qué?

 

¿Qué es el miedo?

 

El miedo es una emoción básica que nos protege de peligros. Y parece que el hecho de  “sentir” lo percibimos a veces como un peligro. Tiene algo de sentido, claro.

El problema llega cuando nos estamos convirtiendo en una sociedad en apariencia insensible, cada vez más individualista, con cada vez menos relaciones sanas basadas en la confianza porque no tenemos educación emocional y tendemos a protegernos tanto que llega un momento en que desaparecemos en nosotros mismos asfixiados por nuestra coraza emocional de miedo.

Y como decía Sara, “el problema es que, los que tienen miedo a sentir hacen daño a quienes no lo tienen y cada vez somos todos más temerosos”. Cuánta razón tiene Sara.

No sé si tú que estás leyendo esto eres de los que tiene miedo a sentir o no. Yo sí lo he tenido en varios momentos en mi vida, porque siento muy intenso, porque tenía inseguridades; pero con terapia, gestión emocional y autoaceptación, fui saliendo de mi coraza.

Y ahora ya no tengo ese miedo tan enorme, aunque reconozco que a veces se asoma por algunos momentos y por suerte se vuelve a marchar, porque no puedo evitar sentir. Y además siento intenso.   Resulta que, para bien o para mal, no soy un robot.

Sin emociones viviríamos todos más en calma, sí. Pero las emociones están ahí. Es algo básico, biológico, adaptativo, necesario… el miedo nos protege.

 

¿Por qué tenemos miedo a sentir en las relaciones?

 

Cuando nos hacemos una coraza de miedo y dejamos de expresarnos con confianza por:

  • miedo a que el otro reciba mal lo que sentimos
  • miedo a que salga mal
  • miedo a que el otro se acerque
  • miedo al abandono
  • miedo a no ser suficiente
  • miedo a que te hagan daño
  • miedo a parecer sensible (pues permíteme que te diga que lo eres; todos somos más o menos sensibles)
  • miedo al qué dirá (o dirán)
  • miedo a sentir ese miedo

 

Todo lo anterior es doloroso, sí. El miedo mal gestionado es doloroso.

OJO: el amor jamás duele. Si hay dolor, celos, envidias, falta de confianza, etc. es porque algo se está haciendo mal por nuestra parte o por la parte del otro o por parte de ambos. Tal vez se ha generado una relación tóxica o de dependencias emocionales. Y eso no es amor, eso es otra cosa.

 

No quiero que se malinterprete el artículo ni que seamos catastrofistas.

El miedo, en las relaciones sociales y amorosas, es un verdadero desastre. Hace estragos. En quien lo siente y en la otra persona.

El miedo suele estar presente cuando existen daños afectivos o de apego o cuando no ha habido una educación emocional sana, o cuando la otra persona nos resulta agresiva, intimidante, etc. por eso el miedo está ahí protegiendo. El problema es que, si ese miedo se ha instaurado, la persona no puede relacionarse de manera sana, porque siempre va a llevar ese miedo a sus relaciones.

 

¿Cómo reaccionamos ante el miedo a sentir en las relaciones?

 

Con ataque o huyendo o quedándonos paralizados.

¿Habéis visto alguna vez a un animal con miedo? ¿Cómo reacciona? Un perro, por ejemplo. Un perro con miedo, por muy pacífico que sea en su vida cotidiana, puede ser agresivo. O puede salir corriendo. O se puede quedar paralizado, inmóvil.

En las personas el miedo a sentir en las relaciones funciona igual.

  • Una persona con miedo puede resultar hiriente (ya no me refiero a una persona maltratadora, sino hiriente con sus palabras, con sus actos, una persona nerviosa que no sabe desenvolverse bien en las relaciones más cercanas o íntimas y tiende a atacar al otro).
  • Es posible  que salga corriendo, que no se atreva a acercarse emocionalmente al otro y se quede en una relación superficial, que en cuanto percibe algo de profundidad se marcha, solo por miedo.
  • Puede quedarse paralizado, sin avanzar ni retroceder, ahí inmóvil, quieto por el miedo.

Y esas actitudes hirientes o de huida o de parálisis repercuten en la otra persona. El miedo tiene repercusión y además es contagioso como el resto de emociones porque, aunque no queramos, somos empáticos por naturaleza y el contagio emocional es una realidad. Las neuronas espejo tienen mucho que decir aquí. Así que tú y yo, a no ser que seas psicópata, no somos tan diferentes. Nuestras emociones son las mismas, aunque las gestionemos y mostremos de maneras diferentes.

¿Qué hacer con el miedo a sentir en las relaciones?

 

Recuerda: el miedo no es malo, nos protege. Sentir no es malo: es una condicional natural humana.

Os cuento un secreto: he sido en mi infancia y adolescencia y primera edad adulta una persona con mucho miedo en las relaciones sociales. Muchísimo. Lo mío más que miedo, fue fobia. Yo reaccionaba sobre todo con evitación o parálisis. Siempre digo que he tenido dos vidas: una hasta los 20 años y otra después de los 20, cuando tras mi terapia, conseguí ir aprendiendo a vivir sin ese miedo, y aunque a veces el miedo me salude, ya no se queda conmigo. Y entonces mis relaciones sociales y afectivas empezaron a ser satisfactorias y sanas.

¿Qué hacer? Lo que puedo recomendar es trabajar con ese miedo. No hace falta tener un trastorno para trabajar las emociones y pensamientos, para identificarlas. Ser conscientes de que tenemos miedo es el primer paso. Si somos capaces de abrirnos y decírselo al otro, ya estamos en el podio de bronce. Que sí, que tal vez el otro no entienda ese miedo, pero eso forma parte del camino.  Para aprender qué hacer con el miedo y subir al podio de plata y después al de oro, solo hace falta un poco más de camino y esfuerzo.

Ojalá vayamos perdiendo el miedo a sentir.

Feliz momento

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