¿Cómo pasé de practicar Meditación a practicar Mindfulness? 

No pasé de una cosa a la otra: es lo mismo. Bueno, hay algunos matices. Mindfulness es una forma de meditación. En este artículo mindfulness, espiritualidad y neurociencia te cuento sobre mi progreso en la práctica de mindfulness.

Gracias a la investigación científica y a la globalización, la meditación oriental ha llegado a occidente para quedarse.

Ya comenté  que las personas que practicábamos meditación hace 30 años, al menos aquí en España, se nos consideraba algo extraños… las prácticas orientales no se conocían, no se comprendían y a veces esas prácticas se consideraban “sectarias”.

Cierto es que de niña nunca escuché la palabra mindfulness. Yo practicaba meditación. Se hablaba del Buda en la práctica meditativa. Se hablaba de la conexión con el Universo. Practiqué varios tipos de ejercicios de meditación durante muchos años. Tenían un toque espiritual muchas veces. Las palabras Vipassana o Kundalini formaban parte de mi vocabulario habitual, y algunos dioses hinduistas rondaban a veces por la práctica cuando era dirigida. También el dios de la religión católica tenía presencia. Era un mix precioso de espiritualidad y conexión con el Universo y con todos los seres del planeta.

Antes de la meditación practicaba diversos ejercicios de yoga, posturas (asanas), distintos tipos de respiración (pranayama), etc. En realidad el yoga es el ejercicio previo para preparar el cuerpo y la mente para la meditación.

Leía además muchos libros de filosofías y religiones orientales. También leí la Biblia (bueno, yo en realidad leía todo, así que tampoco creo que leer libros de religiones diferentes fuese algo destacable). En el colegio hice un trabajo sobre las diferentes religiones del mundo (vaya niña repelente debía de ser…) y hasta me planteé estudiar teología.

Pero no, nunca me consideré budista. Ni tampoco seguidora de ninguna otra filosofía o religión. Tuve una educación totalmente libre en ese sentido. Resulta que mis padres decidieron que si yo quería un dios, ya lo elegiría cuando fuese mayor. Ellos opinaban que de niños somos muy influenciables y creer en un dios es algo demasiado serio para que ya de niños se nos inculcara alguna idea al respecto. Así que ellos no me educaron en ninguna religión, yo las leía todas y me parecían cuentos bonitos de los que se podían extraer cosas muy interesantes. Y en realidad, todas las religiones me parecían muy parecidas. De todas ellas tal vez el budismo para mí era más que una religión, era una forma de vida compatible con todas las religiones. Así que tal vez simpaticé más con el budismo.

Entre tantas religiones y filosofías había muchos dioses para poder elegir. Pero yo no elegí ninguno.

Y resulta que también me fascinó la ciencia. La ciencia es bastante crítica con todo. La investigación científica es la única que se desmiente a sí misma con cada estudio nuevo. Está viva, continuamente averiguando y dándose cuenta de cuánto fallamos. De lo ignorantes que somos. Salen estudios científicos continuamente y unos estudios pueden tumbar a otros. Y eso es bueno. Estamos en constante aprendizaje.

La ciencia empezó a estar muy motivada en estudiar la meditación y prácticas orientales. Fue en 1979, el Dr Jon Jabat Zinn estaba ya haciendo sus estudios al respecto y aplicándolos en una clínica de reducción del estrés en la Universidad de Massachusetts.

Pero la meditación no la inventó Buda, no. La meditación es algo inherente al ser humano. En realidad, mindfulness es algo muy simple  que todos hemos experimentado en numerosas ocasiones de nuestra vida cotidiana.

Cuando somos conscientes de lo que estamos haciendo, pensando o sintiendo, estamos practicando mindfulness. Lo que sucede es que habitualmente nuestra mente se encuentra vagando sin orientación, va de unas imágenes a otras, de unos pensamientos a otros.

Mindfulness es una capacidad humana universal y básica, que consiste en la posibilidad de ser conscientes de los contenidos de la mente momento a momento.

Mindfulness es la práctica de la autoconciencia.

Desde un punto de vista científico, mindfulness es un estado en el que el practicante es capaz de mantener la atención centrada en un objeto por un periodo de tiempo teóricamente ilimitado.

Mindfulness es mantener viva la conciencia en la realidad del presente.

Thich Naht Hanh (monje budista vietnamita)

Podemos decir que Mindfulness viene de la meditación Vipassana (ver las cosas como realmente son).

Se pueden distinguir dos componentes en mindfulness:

  • El componente básico, la característica fundamental de mindfulness, que consiste en mantener la atención centrada en la experiencia inmediata del presente.
  • El segundo componente de la definición es la actitud con la que se aborda el ejercicio del primer componente, es decir, cómo se viven esas experiencias del momento presente.

 

Algunos resultados científicos

Respecto a los resultados científicos sobre mindfulness, aportados por diferentes estudios con pruebas objetivas (como resonancia magnética o electroencefalografía, por ejemplo) se pueden agrupar en:

  • abandonar los prejuicios
  • abrirse a la novedad y conocerse a sí mismo
  • asimetría prefrontal y disposición afectiva (una de las razones por las que el uso de mindfulness está teniendo éxito en clínica es porque contribuye al restablecimiento del equilibrio emocional, y porque favorece los estados de ánimo positivos y las actitudes de aproximación frente a las de evitación. Por este motivo mindfulness se utiliza en el tratamiento de algunos trastornos psicológicos)
  • inmunidad
  • empatía
  • la transición del estado al rasgo (esto es realmente genial. Se refiere a pasar con la práctica continuada,  de un “estado” de meditación como algo concreto y puntual, al “rasgo”; es decir: a una característica duradera del individuo. A lo que yo llamo “personalidad mindfulness”).
  • la corteza prefrontal (el cerebro es un órgano muy complejo, así que para no complicar más, decir que la corteza prefrontal es la encargada, entre otras cosas, de regular una cantidad inmensa de procesos como las funciones ejecutivas, la atención, la personalidad, la conducta social, las emociones y la motivación).

Mindfulness nos ayuda a gestionar las emociones.

A la vista de los resultados, parece evidente que con la práctica prolongada de mindfulness, se producen cambios neurológicos duraderos en diversas zonas cerebrales cruciales para los procesos de integración. Cambios que acaban modificando una gran cantidad de comportamientos y formas de reacción del individuo, teniendo un efecto multiplicador sobre su vida y relaciones interpersonales.

(Si os interesa leer cientos de artículos científicos serios sobre psicología y mindfulness, en google académico los encontraréis). En este enlace podéis ver una mención esquemática a los beneficios de Mindfulness.

 

Una grata sorpresa

Bien… ¿qué sucedió cuando yo, practicante convencida de meditación y muy interesada en la ciencia, leí la palabra mindfulness por primera vez hace ya unos años y me puse a investigar qué significaba y descubrí todo esto?

Pues no os imagináis mi cara… Mi reacción fue de sorpresa, me dio la risa. Después fue de rechazo (pensé que ya estábamos con los anglicismos que no me gustan). Tuve que seguir leyendo en profundidad para entender bien a qué se referían.

Después fue de satisfacción. Mi ego se regocijó hasta que no pudo más, hizo un ángel en la arena…, y finalmente dije: “lo sabía”. Estaba pletórica. Para mí era evidente que la meditación era buena para la salud. No podía ser de otra forma. Me alegré de que la ciencia se interesara por una práctica que procedía de alguna forma de la filosofía oriental. La ciencia estaba dando pasos en una dirección bonita… y fascinante.

Seguí leyendo y estudiando: la cantidad de resultados científicos objetivos y positivos que ya existen es inmensa.

Pero claro, la ciencia es ciencia… y por lo tanto, la ciencia, de alguna forma, despojó a la meditación budista de su connotación más espiritual para convertirla en Mindfulness, para poder aplicarla en tratamientos terapéuticos enfocados a la salud y no a la espiritualidad. ¡¡Pero eso no importa!! Porque si queremos espiritualidad, seguimos teniendo la meditación: diferentes tipos de meditación.

Sería un sinsentido nombrar por ejemplo a Buda o a cualquier figura considerada de alguna manera “líder espiritual” en un tratamiento médico occidental a una persona atea o agnóstica por ejemplo. Así que Mindfulness es apto para practicar por cualquier persona, independientemente de las creencias. La práctica de mindfulness está basada en evidencia científica.

 

Mi opinión personal

Jamás debe olvidarse sobre todo ahora que mindfulness está de moda que si Mindfulness ha sido investigada por la ciencia occidental es gracias a que alguien se interesó de una forma clínica en ello y gracias a que era una práctica muy habitual en las religiones y filosofías orientales. El propio Kabat Zinn que acuñó el término “mindfulness” es practicante de yoga y meditación. No debemos olvidar el origen de algo, si no, en mi opinión, sería quitarle la esencia. Maestros y profesores experimentados de mindfulness, incluido Kabat Zinn respetan y agradecen los orígenes de mindfulness. No podría ser de otra manera.

También considero fundamental contemplar en todo momento la parte espiritual de la persona y sus creencias religiosas si las tiene, puesto que las personas no somos únicamente un conjunto de moléculas “medibles” con aparatos tecnológicos. Somos mucho más que eso.

Si oímos hablar en conferencias o leemos artículos de los científicos estudiosos de Mindfulness, siempre tienen en cuenta su origen. Siempre, de alguna forma, hacen referencia a la espiritualidad.

Por eso en mi caso, sigo utilizando la palabra meditación de la misma forma que utilizo la palabra mindfulness. Y sigo con mis prácticas meditativas personales. Todas. Por eso estoy feliz de que ciencia y espiritualidad se hayan dado por fin, un cálido abrazo.

Y en psicología… personalmente considero al ser humano de forma holística. Aunque todos tenemos mucho en común (pertenecemos a la misma especie) cada persona es única en el universo. Y así se le debe tratar. ¿Cómo? Pues aplicando las técnicas y recursos de los que disponen las diferentes escuelas psicológicas, desde los diferentes enfoques; pero considerando absolutamente todas las características inherentes al ser humano (características físicas, mentales, espirituales y otras si las hubiese). Personalmente conecto mucho con la Terapia de Aceptación y Compromiso, porque es una terapia psicológica que integra Mindfulness.

Te dejo un enlace al canal de youtube donde puedes encontrar meditaciones varias.

Nada más por el momento. Bueno sí: feliz momento.

 

Texto basado en mi propia experiencia y en el siguiente artículo de Vicente Simón (médico, psiquiatra y catedrático de Psicobiología): Simón, V. (2007). Mindfulness y neurobiología. Revista de psicoterapia17 (66/67), 5-30.

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