Este pequeño post es tan solo una invitación a madres, padres y tutores o cuidadores a que enseñen a practicar mindfulness a niñas, niños y adolescentes.
Aunque la publicación científica sobre cómo actúa mindfulness practicado por los menores de edad no es tan extensa como la existente en mindfulness para adultos, sí se ha encontrado evidencia empírica con resultados muy positivos.
Se ha podido comprobar que la práctica continuada de mindfulness en niños y adolescentes reduce los problemas de conducta, reduce la ansiedad, favorece la concentración mejorando el rendimiento académico, aumenta la relajación y mejora las relaciones sociales.
Y por supuesto, poniendo atención plena a sus emociones, los niños aprenden a gestionarlas. Tarea que resulta imprescindible para llevar una vida plena cuando sean adultos.
La gestión emocional sigue siendo muchas veces la asignatura pendiente en personas adultas. Es mucho más fácil aprender siendo niños.
Ya es una realidad la práctica de mindfulness en las aulas de algunos colegios. ¡Genial!
La práctica de mindfulness en niños les ayudará a ser adultos más felices.
¿Cómo puede practicar mindfulness un niño? ¿a partir de qué edad?
Bueno, yo diría que a partir de que es consciente de sí mismo. A partir de los 3 años, un niño ya es capaz de prestarse atención a sí mismo.
Siendo tan pequeñitos, a partir de los 3 años y hasta los 5 se le puede dar el enfoque de juego. Jugar a ser conscientes de su cuerpo, a ser conscientes de la posición en la que están, que la describan con palabras. Se pueden utilizar las típicas pegatinas para ir poniéndoles en cada parte del cuerpo cuando vayan describiendo su posición y así hacerlo más divertido. Cada madre, padre o tutor descubrirá cómo motivar al niño a este juego superinteresante.
Es muy recomendable invitar a los niños a que se den cuenta de cómo respiran. A darse cuenta si se hincha la barriga o el pecho. O qué sienten cuando pasa el aire por la nariz.
Si se enfadan, que se den cuenta de su enfado y describan a su manera cómo se sienten, dejándolos hablar con tranquilidad. Si están contentos, que describan esa sensación.
Es muy importante que los niños expresen cómo se sienten y que aprendan a reconocer sus emociones a su manera: lo hacen muy bien. Si observamos a los niños pequeños, nos daremos cuenta de que son grandes maestros de mindfulness; ellos son capaces de prestar atención plena a las cosas. Se quedan absortos en el presente. Teniendo esa grandísima capacidad natural, solo tienen que aplicarla a ellos mismos. Si se acostumbran de tan pequeñitos, esa será parte de su personalidad de adultos. Serán adultos atentos, adultos conscientes.
Aproximadamente a partir de los 6 años en adelante ya se pueden introducir ejercicios más profundos de atención a la respiración y de gestión emocional. Una película de animación que me encantó sobre las emociones, muy recomendable tanto para adultos como para niños, es Inside Out-de Pixar.
Yo comencé la práctica siendo niña. Más o menos sobre los 8 o los 10 años de edad. Es muy sencillo practicar meditación cuando se es niño, mucho más sencillo de lo que podemos imaginar. Aunque en aquella época la meditación que practicábamos era Vipassana y aún no habían llegado a España los resultados de los estudios científicos (o yo no era conocedora de ellos), el efecto era el mismo. Mindfulness viene de la meditación Vipassana (podéis leer aquí un poco la evolución de Mindfulness).
Además, si lo consideráis oportuno y dependiendo de si a vuestros niños les gusta escribir o no, os animo a que invitéis a vuestros hijos a escribir esas sensaciones que describen en una libreta, en una especie de “diario de emociones” o “diario de meditaciones”.
A mí me encantaba escribir muchas sensaciones que tenía en meditación. Ahora esos escritos son un tesoro para mí. Comencé a guardar esos escritos cuando tenía 12 años.
Y ahora, 30 años más tarde me encanta leerlos de vez en cuando.
Esos escritos para vuestros hijos serán parte del aprendizaje de su propio autoconocimiento. Les ayudará al desarrollo de su autoconcepto y apuesto a que será un autoconcepto positivo. Si no quieren escribirlo o son demasiado pequeñitos para hacerlo, pues no pasa nada. Es solo una idea que de seguro les gustará releer cuando sean más mayores.
Hay libros de Mindfulness para niños. Personalmente confieso que no he leído ninguno específico para niños, así que no me atrevo a recomendaros ninguno que no haya leído yo misma.
(No me voy a especializar en niños, pero puedo asegurar por varios motivos que es una experiencia que ningún niño debería perderse: por lo que yo misma viví, por cómo me ayudó a autogestionarme, por cómo me ayudó a ser más consciente de mi misma y del mundo. Y por supuesto, porque los estudios científicos demuestran la realidad de esta maravillosa técnica practicada también por los niños.
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