En esta ocasión me encantaría responder a la pregunta ¿meditación o psilocibina para entrar en trance? Los apasionados exploradores de los estados de conciencia tal vez tenemos nuestras preferencias.
Este artículo es totalmente subjetivo. Os cuento mi experiencia personal que, dicho sea de paso, en meditación es muy extensa; pero mi experiencia con psilocibina es de poco más de un año. Así que, si hay algún lector con mucha o poca experiencia en ambas o en alguna de ellas (meditación o psilocibina) y le apetece compartir sus vivencias en comentarios, es bienvenido. Todos sois bienvenidos. Leer las experiencias y opiniones de otros siempre es enriquecedor.
- ¡Ah! Te cuento que publiqué hace unos meses el e-book TRANCE donde cuento experiencias meditativas y experiencias psicodélicas personales. Algunas de esas experiencias son de la infancia y otras de la edad adulta. Si te apasionan estos temas, creo que TRANCE te gustará 🙂
- También te cuento que si estás transitando un proceso personal, emocional o espiritual complicado y quieres que te acompañe en el camino, puedes reservar una consultoría privada conmigo AQUÍ
Y ahora, vamos con el artículo. Ponte un té o un café que tiene mucha sustancia 🙂 Estos son los epígrafes que vas a poder leer:
El trance a través de la meditación
No recuerdo mi primer día de meditación guiada, la verdad. Tal vez no fue demasiado impactante. Fue de niña. Entre finales de los años 80 o principios de los 90. Tal vez tenía ocho o diez años. Pero seguro que me debió gustar mucho, porque me hacía sentir bien; y seguí practicando. Recuerdo algunas experiencias de los estados no ordinarios de conciencia de cuando era cría. Al cabo de unos años de práctica, cuando llegaba a casa, escribía esas experiencias en una libreta. Me parecían sensaciones fascinantes. No me cuestionaba qué era aquello, sólo lo disfrutaba.
Fui a clases dirigidas dos días por semana durante unos cinco o seis años y el resto de días practicaba sola en mi casa. Después dejé las clases, porque ya pasé a la sección de «mayores» y me aburrían más. Así que seguí con la práctica en mi casa, por mi cuenta.
La meditación a los dieciséis años ya se había convertido en una parte de mi vida, la tenía integrada. Los estados no ordinarios de conciencia, también. Eran algo completamente natural para mí.
Algunas experiencias fueron muy potentes, otras no tanto. Algunas sensaciones fueron fascinantes, otras no tanto. Pero siempre, en todo caso, la meditación resultaba satisfactoria. Y al terminar la meditación me sentía mejor que antes de empezarla.
En aquella época no había leído nada de investigación científica sobre la meditación. Pero empecé a cuestionarme algunas cosas. En algún momento tuve la duda de si podría volverme loca al entrar en trance. Ya no tenía maestros a quienes preguntar y una tía mía que era psicopedagoga y muy interesada en estos temas, me hacía de consultora.
En algún momento de mi vida la inseguridad me pudo y dejé momentáneamente la práctica de meditación. Cuando empecé a leer sobre la neurociencia de mindfulness fue cuando la recuperé de lleno. Pensé que si los científicos se interesaban en la meditación y concretamente en mindfulness (que viene de la meditación vipassana), no debía de ser tan malo jajaja. Así que sí: tuve mi época de dudas.
Os cuento ahora mis «batallitas» con más detalle.
Trance durante la meditación en mi infancia
De niña no me cuestionaba nada. Como disfrutaba, seguía practicando. Los estados no ordinarios de conciencia formaban parte de mi vida, y estaban asociados a los momentos de meditación. Era así de simple y natural. Accedía a otras realidades con mucha facilidad y la meditación era la puerta de entrada a esas realidades. Sin más. Y en algún momento pensé que de mayor tendría un espacio de bienestar basado en la meditación donde la gente pudiese venir a encontrar la paz. Practicaba varios tipos de meditación: Vipassana, Trascendental con mantras y otras cuyos nombres no recuerdo. En las clases hacíamos un mix muy interesante.
Trance durante la meditación en mi adolescencia
Aunque casi siempre los trances fueron satisfactorios, según iba creciendo me iba preguntando cosas. Me preguntaba la naturaleza de esos estados, pero no obtenía respuesta satisfactoria para mí. Por lo tanto, me llené de incertidumbre. Esas experiencias de los estados no ordinarios de conciencia eran totalmente reales. Pero mi realidad ordinaria era diferente.
Con trece años me di cuenta de muchas cosas, de cómo en la realidad ordinaria estamos condicionados por las emociones, por ejemplo. Y de cómo en estados de meditación profunda, a veces nos desprendemos de esas emociones, de los pensamientos y de todo lo que nos condiciona. Todas esas cosas las escribía en una libreta. Aún la tengo: es mi mayor tesoro. He cogido algunos párrafos de esa libreta y los he publicado en mi e-book Trance.
Tampoco sabía por qué no podía permanecer en la realidad del estado meditativo siempre que yo quisiera, sin necesidad de tener que sentarme tranquilamente a meditar.
Tampoco sabía por qué durante la meditación se sienten cosas tan extraordinarias como la ingravidez o ciertas sensaciones físicas que en estado de conciencia habitual no se sienten.
O por qué tras terminar la meditación, volvía lentamente al estado de conciencia habitual dándome cuenta de cómo las emociones y los pensamientos me volvían a atrapar. Era totalmente consciente de ello e intentaba imaginar qué podría hacer para estar en estado de conciencia habitual pero libre de la carga de los condicionamientos.
¿Qué era realmente ese mundo fascinante lleno de posibilidades al que solo entraba en estados de meditación?
La curiosidad era demasiado intensa. De adolescente, además del deseo de tener algún día el espacio de bienestar basado en la meditación, también pensé que algún día me iría a sola a una cueva a meditar sin parar para ver qué ocurría; y que después sería investigadora para estudiar estos estados y averiguar qué eran realmente. No tenía respuestas que me convencieran y quería saber.
Todas esas preguntas sobre esa realidad, una adolescencia llena de sueños que se iban truncando, sumado a una crisis existencial muy profunda, a problemas psicológicos de relación social y esa sensación de no encajar en una sociedad tan materialista y llena de ruido, me llevaron a una fuerte depresión.
Me quería morir. Mis padres me llevaron a terapia y, tras dos años de intensa terapia, me recuperé. Creo que fue entonces cuando casi dije adiós a la meditación y me planteé ser una “chica normal” con un “futuro normal” y dejar de lado esos estados no ordinarios de conciencia cuya naturaleza no comprendía. Así “encajaría mejor” en la sociedad.
Un trabajo con nómina fija y para toda la vida me daría la tranquilidad de no tener que preocuparme por el dinero y tendría tiempo libre para vivir. Por eso decidí, desde muy jovencita, prepararme las oposiciones al Ayuntamiento de Valencia.
Trance durante la meditación en mi edad adulta
No recuerdo en qué momento, pero ya trabajando en el Ayuntamiento de Valencia, empecé a leer en internet la palabra mindfulness. No daba crédito a lo que leía. Eso era meditación. Parecida a esas meditaciones que yo había practicado durante tantos años. Resulta que la ciencia estaba superinteresada en la meditación porque parecía ser muy beneficiosa para la salud. ¡A buenas horas! Pensé yo.
Leí y leí y leí compulsivamente intentando encontrar respuestas a todas mis preguntas. Leí y leí y leí compulsivamente para ver hasta dónde habían llegado las investigaciones en mindfulness.
Además, me di cuenta también de que mindfulness se había introducido en la universidad. ¿En la universidad? Eso ya era la bomba. No os podéis imaginar el huracán que me arrasó por dentro… 😮
Con el respaldo de la evidencia científica, recuperé la seguridad. Y volví con mis meditaciones. Y decidí seguir avanzando y profundizando en los estados no ordinarios de conciencia.
¿Me costó algo después de algunos años parada? Pues no. No me costó nada. Los estados no ordinarios de conciencia son estados naturales en el ser humano. Tan naturales como el estado de conciencia que tenemos durante el sueño, por ejemplo. Ese lo conocemos todos. Seguí con mis estudios y mi práctica de meditación.
Los trances eran igual de satisfactorios. Volví a disfrutar de esas sensaciones potentes y a reconciliarme conmigo misma. Decidí que llevar una “vida normal” era un aburrimiento que no tenía ningún sentido para mí. Y si tenía que ser la “loca de la meditación”, pues bienvenida la locura. Pero como resulta que mindfulness empezó a ponerse de moda… ya no me llamaban rara. Ahora estaba en la “tendencia” y me podía considerar experta en mindfulness por mis años de práctica. Así somos los humanos… tendemos a juzgar lo que desconocemos y a ensalzar aquello que se pone de moda…
Trance durante los viajes chamánicos en mi edad adulta
Como estaba tan familiarizada con los estados no ordinarios de conciencia y dispuesta a seguir investigando a nivel personal, me interesé por el chamanismo. Se dice que los chamanes acceden a esos estados no ordinarios de conciencia (los llaman mundos espirituales) para pedir consejo, sanación, etc. ¿Por qué no probar?
Pues probé. Me sentí como en casa. Para mí la diferencia más notable entre los viajes chamánicos y las meditaciones, es que en los primeros hay una intención y mis meditaciones las hacía sin expectativa ninguna. Los viajes chamánicos los hago a través del sonido del tambor. Nada más. Con ese sonido rítmico se accede a los estados de conciencia «chamánicos», «meditativos», «mundos espirituales» o cada persona los llamará como quiera. Son estados de conciencia diferentes al de vigilia.
Trance con psilocibina en la edad adulta
Durante la carrera de psicología había estudiado algo sobre las sustancias/drogas/medicamentos.
Personalmente ni me gusta la palabra droga ni me gusta del todo la palabra medicamento. Prefiero llamarlos sustancias. Aunque cierto es que después de haber probado la psilocibina, la considero medicina.
Cuando me interesé por el chamanismo, nos explicaron que el sonido del tambor nos llevaría al mismo lugar donde llevan lo que ellos llaman plantas de poder.
Después hablé con algunas personas que habían probado este tipo de sustancias y veía una luz en sus miradas y me contaban historias similares a las que yo había experimentado con la meditación. Esa luz y esas historias tan familiares me hicieron pensar que, de alguna manera, ya había estado en esos mundos que ellos me contaban.
Bueno… me gusta investigar, leer, preguntar y escuchar, pero quería saber cómo influían en mí esas sustancias.
Hay mucha información en internet sobre cómo actúa la psilocibina en el cerebro, así que no me extiendo con eso. Parece que este alcaloide, al entrar en el cuerpo se transforma en psilocina y tiene afinidad con los receptores de serotonina. El tema es mucho más complejo y fascinante, pero… a partir de todo lo que ocurre en el sistema nervioso… ocurre la magia.
Comencé con dosis muy pequeñas, para ver cómo influían en mí. Para dejarme sentir con calma y cautela las sensaciones. Esto sería un viaje de exploración, así que tomé las precauciones necesarias.
Las experiencias de las primeras veces fueron como anestésicos de la percepción, de la emoción y de los pensamientos. Y algo de distorsión sensorial también noté. Algo muy similar a calmantes muy potentes. No hubieron trances de ningún tipo.
Me llevé una decepción por no tener un viaje trascendental como en mis meditaciones o viajes chamánicos, pero me di cuenta del estado de calma interna tan grande y sensación de equilibrio psicológico que me aportaba esa sustancia incluso días después de haberla tomado. Y eso me pareció fantástico.
Siendo yo una persona que en un estado de conciencia normal, percibe y piensa la vida con mucha intensidad y profundidad (a veces demasiada) con todo lo positivo y no tan positivo que eso conlleva, esta sustancia en dosis medias-bajas me daba la posibilidad de reducir esa «intensidad» y esa «profundidad».
No obstante, no renuncié a la psilocibina como puerta de entrada al trance. Tal vez al ser dosis tan pequeñas no tenían esa capacidad de llevarme al trance. O tal vez mi estado no era el adecuado. Probé con dosis más altas. Y cada experiencia fue diferente.
Quedé realmente satisfecha cuando en una de las experiencias con psilocibina sí tuve la certeza de una realidad infinita. Volví a sentir el amor incondicional, como en algunas meditaciones. Esta vez tuve un trance de unas cuatro o cinco horas en toda regla. De esos que inundan cuerpo, alma y espíritu.
Ahora sí. La psilocibina me había regalado una experiencia trascendental fascinante sin haberme sentado a meditar. ¡Check verde! 😀
La psilocibina como llave de entrada a otras realidades
En 43 años no había probado jamás una sustancia de este tipo. Y al hacerlo me sentí en casa. Al acceder a estados no ordinarios de conciencia a través de la psilocibina y ser esto una manera de acceder completamente distinta para mí, fue muy revelador.
Revelador por ver que una sustancia también me lleva a esas realidades no ordinarias que forman parte de mi vida desde hace tantísimos años. Revelador por darme cuenta de que para mí la psilocibina no es un “alucinógeno”, sino una llave que abre la puerta de acceso al trance, una llave que parece que quita, diluye o modifica los límites de la percepción, igual que hace conmigo la meditación profunda.
Por supuesto que sí he encontrado diferencias subjetivas entre acceder a estados no ordinarios a través de la meditación o a través de la psilocibina.
Diferencias entre meditación y psilocibina
La duración de la meditación la puedes decidir tú (poniéndote una alarma, por ejemplo) o dejarte llevar hasta que de manera natural decidas terminar. Y en mi caso siempre son mucho más cortas que lo que dura un viaje con psilocibina.
La duración de un viaje de psilocibina lo decide el efecto de la sustancia (aunque exista alguna manera de intentar paralizarlo antes). 4, 5 o 6 horas.
Las sensaciones corporales de la meditación en mi caso suelen ser más suaves, aunque también he tenido casos de sentir un peso enorme que me enterraba en el suelo, pero por lo general no son tan fuertes.
Las sensaciones corporales cuando empieza el viaje de la psilocibina en mi caso son más potentes, me tumba del todo.
La meditación profunda la hago con ojos cerrados y si percibo colores, es con ojos cerrados.
Con la psilocibina puedo ver colores con ojos abiertos y cerrados.
La intensidad del trance… en mi caso he tenido intensidades extraordinarias con sustancia y sin ella. Creo que tantos años de meditación profunda dan para mucho.
Respecto al estado psicológico o estado mental que se me queda después de un viaje con psilocibina o con meditación profunda percibo también algunas diferencias. Diría que la «sensación de equilibrio y calma interna» me dura más tiempo (semanas) con la psilocibina que tras una meditación profunda (horas).
Por eso habría que practicar meditación todos los días de la vida, para no perder la frecuencia; como hacen los monjes.
Diría que de momento estas anteriores son las diferencias más notables (para mí). Para cada persona seguro que es distinto.
Respecto a cómo influyen psilocibina o meditación sobre mi creatividad… aquí lo tengo clarísimo: me quedo con la meditación porque me hace ser mucho más consciente de mi estado interno. Y es desde ahí desde donde sale mi creatividad.
Psilocibina y creatividad
Mmmm….
Respecto a lo que se comenta sobre que las sustancias psicodélicas potencian la creatividad… sinceramente, a mí personalmente creo que la psilocibina no me influye en absoluto en mi creatividad. No hace nada con ella.
He de decir que me considero una persona creativa únicamente porque me siento libre de expresar a través de la escritura mi mundo interno.
Cada persona somos diferentes.
Y algunos, para ser creativos, necesitamos conectar con nuestra mente emocional más primaria para encontrarnos de cara con los sentimientos más profundos o turbulentos que se encuentran sumergidos en nuestros abismos más oscuros 🙂 Y para eso no hace falta ninguna sustancia: solo hace falta permitirse ser emocionalmente libres. Y muchas personas, con sus corazas emocionales, no se lo permiten.
O necesitamos poder movernos por las ramificaciones cósmicas de nuestros pensamientos infinitos; sí, infinitos. Porque si nos ponemos a caminar sobre la línea de un pensamiento, nos daremos cuenta de que jamás termina: se ramifica, se bifurca y genera otro pensamiento; y así indefinidamente. Y para ser «creativo» tan solo hay que dar libertad a esos pensamientos y seguirlos. Y para eso no hace falta ninguna sustancia: solo hace falta permitirse pensar con libertad y aceptar esos pensamientos de manera natural. Y muchas personas, con sus corazas cognitivas, no se lo permiten.
Y entonces saco mi propia conclusión de «estar por casa» y tengo la sensación de que a las personas que son naturalmente creativas, ningún tipo de sustancia les va a aportar nada 😀
En cambio, tal vez sí podría cambiar algo a las personas que no sean naturalmente creativas, porque…
… entrar en trance te da una nueva perspectiva de la realidad, te rompe los límites y te destruye las corazas.
Pero te recuerdo que también puedes entrar en trance a través de la meditación, sin que interfiera ninguna sustancia.
Los trances en terapia
A veces, acudían a mis sesiones online personas que conectan con la meditación y también han tenido experiencias de este tipo. Estas experiencias nos pueden aportar un aprendizaje y nos nutren con una vida más rica.
En las sesiones jamás interpretaba las experiencias de nadie. Cada persona es la única tiene su autonomía y capacidad total para interpretar eso que siente. Un terapeuta NUNCA decide por ti. Solo te acompaña en el camino a descubrir para que logres integrar la experiencia en tu vida. Nada más.
Estas experiencias forman parte de tu aprendizaje vital. Nadie las puede aprender por ti y nadie puede darles una interpretación más válida que la que tú le des. Ocurre lo mismo con los sueños. ¿Qué te dice a ti ese sueño? 🙂
¿Recomiendo la psilocibina para acceder a otras realidades?
No.
Resulta que ni debo ni quiero recomendar ninguna sustancia. Porque el consumo de cualquier sustancia puede tener efectos secundarios catastróficos dependiendo de varios factores que no podemos controlar.
Además, desde mi experiencia en meditación, puedo afirmar que no es necesaria una sustancia para acceder a estados no ordinarios de conciencia. Cierto es que cada persona tiene una facilidad distinta.
Conclusiones
En meditación he sentido cosas extraordinarias, me he ido a mundos internos que quedan ocultos en mi realidad habitual. He desaparecido como entidad individual (inexistencia). He sentido el amor incondicional. He sentido conexión total con todo lo que existe y con lo que no existe.
Por supuesto he tenido sensaciones de estar flotando, de frío o calor, de descarga eléctrica, de “energías fluyendo”, de estar suspendida en el mismísimo espacio, de tener algún tipo de conexión con otros «universos” y decenas de cosas más. Pero NO siempre. Es decir, no en todas las meditaciones me ocurre que entro en frecuencia especial; solo a veces. En algo más de 30 años que llevaré meditando, las experiencias realmente potentes me caben escritas en una libreta.
Con la psilocibina necesité varios intentos para quedar realmente satisfecha. Muy satisfecha. Sensación de hiperexistencia, de amor incondicional, toqué lo infinito. Me desintegré. Y fue un refuerzo para seguir explorando los lugares más recónditos de la existencia y de la mente humana. ¿Qué más puedo pedir?
La investigación científica de lo que ocurre a nivel cerebral con la práctica de meditación o la toma de psicodélicos de manera controlada, está mostrando resultados realmente muuuuuuuuy interesantes y esperanzadores en salud mental.
Creo (y es sólo una opinión basada en mi vivencia personal totalmente subjetiva) que la combinación terapéutica de meditación y psilocibina como tratamiento terapéutico en salud mental puede ser un matrimonio verdaderamente potente y efectivo; pero falta más investigación empírica para que algún día nos den la razón a quienes pensamos así jajaaj. Yo ya lo digo por aquí, para que luego me puedan volver a llamar visionaria y tal. 😀
Yo soy una completa neófita en psilocibina, así que no puedo responder a vuestras inquietudes en ese sentido. Podéis preguntarme sobre la meditación, eso sí.
Feliz momento.
Link a mi E-Book TRANCE Sensaciones durante Meditación Consultoría Privada
- Si te apetece leer algo sobre combinación de meditación y psilocibina, te dejo aquí unas referencias interesantes:
Payne JE, Chambers R, Liknaitzky P. Combining Psychedelic and Mindfulness Interventions: Synergies to Inform Clinical Practice. ACS Pharmacol Transl Sci. 2021 Mar 16;4(2):416-423. doi: 10.1021/acsptsci.1c00034. PMID: 33860171; PMCID: PMC8033772.
Heuschkel K, Kuypers KPC. Depression, Mindfulness, and Psilocybin: Possible Complementary Effects of Mindfulness Meditation and Psilocybin in the Treatment of Depression. A Review. Front Psychiatry. 2020 Mar 31;11:224. doi: 10.3389/fpsyt.2020.00224. PMID: 32296353; PMCID: PMC7136554.
Smigielski, L., Scheidegger, M., Kometer, M., & Vollenweider, F. X. (2019). Psilocybin-assisted mindfulness training modulates self-consciousness and brain default mode network connectivity with lasting effects. NeuroImage (Orlando, Fla.), 196, 207-215. https://doi.org/10.1016/j.neuroimage.2019.04.009
- Si quieres informarte más sobre la psilocibina o psicodélicos, pincha en este link. Es una web de una organización formada por investigadores expertos, serios y rigurosos (ICEERS).
- Existen buenos vídeos en youtube sobre la neurobiología de los estados místicos inducidos por psilocibina. Este vídeo me gustó. Es de la facultad de Medicina de la Universidad de Colombia.
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