Decidí estar ayer, el 1 de julio, sin redes sociales. Solo ese día. A ver si era capaz… En mi caso la única red social que puede preocuparme, es Facebook; porque es en la que paso más tiempo. Pero para otras personas puede ser Tik Tok, IG, Whatsapp, Tinder, Twitter, o cualquier otra.
Algunos pensaréis: pues vaya chorrada, yo ni tengo redes sociales.
Otros pensaréis: yo no podría estar un día sin redes sociales.
Estar un día sin mirar las redes sociales, lo decidí justo después de ver un documental de “La Noche Temática”. Hablaban de cómo las redes sociales secuestran nuestra atención a través de las notificaciones que activan de manera brutal nuestra dopamina.
Nada que los psicólogos no sepamos sobre el sistema de placer-recompensa.
Pero no fue eso lo que me llamó la atención. Lo que pasa es que también se comentaba en el documental que el teléfono móvil ya lo miramos como un hábito, aunque no vayamos a responder a ninguna notificación. Y eso fue lo que me hizo darme cuenta de mi uso de Facebook cuando estoy en casa… mi Facebook solía estar siempre abierto y lo miraba indiscriminadamente no sé cuántas veces al día.
Somos contextuales
Simplemente tenemos integrado mirar el móvil cuando vamos en el transporte público, por ejemplo. O en cualquier otro contexto.
No sabemos estar quietos sin hacer nada a no ser que estemos durmiendo. Estar quietos nos pone nerviosos. Nuestro cerebro está tan acostumbrado a recibir estímulos constantes, a estar entretenido sin parar que, si detenemos la hiperestimulación durante un momento, entramos en estado de ansiedad porque tenemos el cerebro acelerado y necesitamos ese estímulo constante al que nos hemos acostumbrado.
Algunos fuman cuando están parados. Otros miran el móvil. Da igual. Pero parece que necesitamos estar siempre “ocupados” o infoxicados.
Me encanta pasear por algunos pueblos donde todavía, la gente mayor, se sienta en un banco, en soledad. Y simplemente mira el paisaje y está con sus propios pensamientos. Sin móvil en la mano. Sin nada en las manos. Es un hábito muy sano que casi todas las personas de generaciones algo más jóvenes, hemos perdido.
Con la práctica de meditación el cerebro entra en calma de manera natural.
Estar un día cualquiera de mi vida cotidiana, sola en casa, y sin mirar las redes sociales (Facebook) cuando estoy tan habituada a hacerlo, tal vez no iba a ser fácil.
Cuando salgo a caminar no suelo mirar las redes sociales, solo uso el móvil para hacer fotos y lo tengo en modo avión mientras camino. Ese contexto de caminar por entornos naturales lo tengo asociado al placer de conectar con el paisaje o con mis propios pensamientos. Pero el día 1 de julio no iba a salir a caminar. Hace demasiado calor para eso.
Me gustan los auto-retos. Me gusta ser consciente de lo que hago y de cuántas veces lo hago. Me gusta ser yo la que llevo el control de mi atención.
Y las redes sociales nos roban mucha de esa atención porque al mostrarnos tal cantidad de información y con tanta rapidez, hace que la atención se hiperactive, se debilite y se disuelva.
Y nuestra sensación mental interna es de agitación. Obsérvate si eres de los que pasa mucho tiempo al día en las redes sociales y seguro que te ocurre. Nos ocurre a todos.
¿En cuántos contextos distintos tienes el hábito de mirar las redes sociales?
¿Es perjudicial el uso de las redes sociales?
El uso no. El abuso, sí. Como el de cualquier otra sustancia o actividad.
Algunos estudios ya relacionan el abuso de redes sociales con el trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
Otros estudios relacionan el abuso de redes sociales con problemas de autoestima y con daños en la salud emocional.
Claro, en las redes sociales solo suele mostrarse el postureo de lo guapos que somos y lo bien que nos va todo. Pero no contamos todo lo demás. Y si tendemos a compararnos con esos perfiles de esa gente a la que aparentemente todo le va bien y nuestra autoestima no está fuerte, nos sentiremos desgraciados.
Yo, cada vez que subo una foto mía de postureo, pongo el hastag #postureo. Porque mi vida está llena de luces y sombras, como la de todo el mundo.
Por supuesto que el abuso de redes sociales también afecta en la calidad del sueño.
Y lo peor: el abuso puede convertirse en adicción.
¿Qué hice para no mirar las redes sociales?
Pues justamente ese día me desperté super pronto, porque alguien tiró un petardo en la calle (en Valencia, que es la ciudad donde vivo, los ruidos de este tipo son habituales) 🙁
Así que tenía un largo día por delante en que me las tendría que ver con mi hábito de consultar el Facebook a primera hora de la mañana mientras tomo el café. Es una costumbre integrada.
Fui previsora y la publicación de FB del día 1 de julio la dejé programada. Se publicaría igual, aunque yo no estuviese pendiente. Y fui previsora y el día anterior deshabilité todas las notificaciones de las App del móvil excepto las del whatsapp de familia y amigos, que sería lo único que respondería.
Tomé el café con leche sin tener el pc encendido, sin Facebook…
¿Qué hice entonces? Pues… escribir en una de mis libretas de cuando era niña.
Tengo una libreta que comencé a escribir como una especie de diario en 1992. En esa libreta describo algunas sensaciones durante la meditación de aquellos años y experiencias personales de otros tipos.
Como para mí escribir es una actividad placentera, entré en hiperfoco con la escritura y me olvidé completamente de que no estaba mirando mi teléfono móvil ni mi ordenador; y me olvidé completamente del resto del mundo. Me pasé varias horas escribiendo. Me di cuenta de lo lento que escribo a mano a diferencia de lo rápido que tecleo en el ordenador.
Así que, en lugar de comenzar el día mirando las redes sociales, lo comencé escribiendo y conectando con mi infancia y con la lentitud de la escritura manual. Fue gratificante. Una manera distinta de empezar el día sin dejarme llevar por mi hábito.
Cuando la mano me dolía de tanto escribir, tuve que dejarlo. Hice unos estiramientos y me puse a hacer alguna cosa en casa y después a estudiar.
Las personas somos contextuales y asociamos conductas a contextos concretos.
Cuando hice algún parón de estudiar, ya con el pc encendido, tuve la tentación de abrir FB en el ordenador, como lo hago siempre, por pura inercia. Pero me di cuenta y no lo hice. En su lugar me fui a buscar a la biblioteca digital libros y artículos que me mostraran algo más interesante que lo que estaba estudiando en esos momentos. Jeje.
Estuve bastante rato con el pc conectado y en algunos momentos me daba cuenta de que estaba pensando en abrir Facebook.
La práctica de mindfulness nos ayuda a ser conscientes de los pensamientos que nos llegan a la cabeza. Y sí, se me pasó por la cabeza abrir facebook cuando tenía el pc abierto. Me cacé con la intención varias veces. Pero no sucumbí jejeje
Por la tarde fui al cine a ver una película cualquiera. Planazo de verano. En el cine se está fresco; la película era lo de menos.
Para mí fue un día normal, como cualquier otro; sin nada extraordinario. Solo que no miré las redes sociales y me cacé en varios momentos pensando en ellas. Y, a diferencia de lo que pensé que podría haber ocurrido… no tuve ansiedad por no mirarlas. Al revés. Me sentí muy calmada y conectada durante todo el día. Y por qué no decirlo: también me sentí poderosa de darme cuenta que tengo el control de mi propia conducta respecto a las redes sociales.
Además de eso, fue un día bastante interesante. El hecho de haber estado conmigo misma más tiempo del habitual (todo el que no pasé consumiendo Facebook) me reconectó con otros deseos e ideas que tenía abandonadas.
Nuevos hábitos
Hay varias maneras de fomentar y mantener conductas sanas. La psicología tiene técnicas para ello.
Pero yo soy cabezota voy en plan «a saco» con mi cabezonería. Y más cuando me he dado cuenta de que Facebook me ronda por la cabeza aunque no lo use. Para mí, lo mejor para mantener conductas sanas, es crear nuevos hábitos y seguirlos a rajatabla. Me he dado cuenta de las virtudes que tiene para mí un día entero sin mirar las redes sociales. Por supuesto seguiré usándolas como entretenimiento y para generar contenido, pero voy a reducir su consumo.
Así que, desde hoy, voy a incorporar algunas cosas en mi rutina:
- un día a la semana sin redes sociales
- controlar el consumo diario de FB (el resto de redes sociales no me preocupa porque casi no les dedico tiempo).
- dejar siempre deshabilitadas todas las notificaciones de las App del móvil excepto las del whatsapp de familia y amigos
- dedicar un tiempo concreto para responder los whatsapp de trabajo o de estudios
De momento me quedo tranquila sabiendo que no tengo adicción a las redes sociales (FB). Y me quedo tranquila sabiendo que mi voluntad es más fuerte que mi hábito.
Así que… todo bien. Mi atención sigue sana 😀
Cuando practicamos meditación, como he comentado antes, estamos mucho más conscientes de los pensamientos y emociones que nos llegan.
Esto es bueno, porque así, siendo conscientes de ellos, tenemos más facilidad para elegir cómo reaccionar. Si no somos conscientes, los pensamientos y emociones se nos comen. Si no hubiese sido consciente de mi pensamiento, hubiese abierto Facebook varias veces al día, de forma automática y sin darme cuenta. Pero al darme cuenta de mis pensamientos pude elegir no hacerles caso y no abrir la red social.
De esta manera podemos prevenir el abuso de las redes sociales.
¿Usas o abusas de las redes sociales?
No sé si tú eres de las personas que se pasa el día mirando redes sociales o no. Pero si es tu caso, te recomiendo que hagas un día de desconexión de redes sociales. Que sea un día normal, en el contexto habitual en el que sueles consumirlas. Así podrás darte cuenta de cómo es de potente tu fuerza de voluntad y podrás saber si tienes adicción o no.
Si empiezas a tener ansiedad por no mirarlas y sientes un impulso irrefrenable de hacerlo, tal vez tengas que empezar a pensar seriamente en poner medidas.
Si las miras sin darte cuenta cuando previamente has decidido no hacerlo, tienes que trabajar tu atención.
Si lo llevas bien y pasas un día tranquilo y conectado contigo: ¡felicidades!, tienes a las redes sociales bajo el control de tu voluntad. 😉
Link del documental que menciono. No sé si cuando leas este artículo aún estará disponible: Dopamina Hackear el Cerebro
Me encanta!!! 😄
Y … voy a proponer una vuelta más de tuerca… ¿qué tal un día entero sin pantallas? Ni RRSS ni fotos, ni mail, ni libros digitales… Nadaaaa!!!
Es heavy. Te lo aseguro. Ahí nos damos cuenta del enganche a «la luz azul». Heavy, heavy…
Prueba y verás.
Un día de verano sin pantallas y estando dentro casa sí que lo veo super-reto… jejeje. Igual cuando termine exámenes me lo planteo. Ya me veo todo el día escribiendo en mi libreta… fijo que es lo que hago jajaja.