Autismo y rigidez cognitiva relacionada con los cambios de planes repentinos.
Llevo trabajando la “flexibilidad cognitiva” desde hace muuuuuuuuuuuuuuchos años. La meditación ayuda. Antes, cuando era cría, si alguien me cambiaba los planes me enfurecía máximo, me rebosaba la rabia, explotaba, no entendía por qué; a veces hasta me enfermaba.
Tenía una pareja que siempre llegaba unos minutos más tarde de lo que habíamos quedado. Y no sabéis las broncas que pillaba yo por eso. Yo era de puntualidad suiza. Pocas veces he llegado tarde yo a un sitio si he quedado con alguien a alguna hora. Pues lo miso quería que hiciesen conmigo.
Y los cambios de planes de última hora me mataban muchísimo.
Claro, la “rígida” era yo siempre. El mundo funciona de otra manera. Yo no entendía por qué los otros eran capaces de cambiar de planes y quedarse tan tranquilos… que se los cambien para ellos, vale, pero… ¿si habían quedado conmigo? Eso era horrible, realmente horrible.
Con el tiempo fui dándome cuenta de que la gente, en general, es capaz de cambiar de planes cada dos por tres y parece que no les influye demasiado. Entonces, para mí, el resto del mundo era muy desastre, poco comprometido y unos mentirosos. Y vi que eso de decir una cosa y después cambiar de plan era muy habitual.
Comprendí que el mundo funciona así. Pero yo no. Y además me enfadaba muchísimo porque me dejaba descolocada. Era una sensación así como que en mi cabeza veía el camino por el que andar y de repente ese camino desaparecía y se queda un abismo en su lugar.
Esa era otra cosa más que hacía sentirme “inadaptada”.
Hoy en día me sigue fastidiando mucho que me cambien los planes. Que me digan de quedar, digo que sí y luego desquedan. O que me dicen de hacer una cosa, digo que sí y después quieren hacer otra. O dicen de no quedar y después me proponen quedar. Cosas de ese tipo me siguen fastidiando mucho por dentro. Pero, sabiendo que la gente funciona de esa manera y a ellos parece no suponerles ningún problema, pues… aquí no pasa nada, y la que me quedo jodida soy yo 😊 Y así todo el rato.
Soy hipermegacomprensiva con todas las personas. Porque soy consciente de que ellos funcionan de una manera y yo de otra. Soy muy consciente de eso. Hace muchos años que soy consciente de eso, antes de descubrir que soy autista. Porque, afortunadamente, la naturaleza me ha dotado de inteligencia para poder darme cuenta de todo esto. Si no, supongo que mi vida seguiría siendo un infierno eterno por no comprender a los otros.
Pero… ¿Qué ocurre con los niños autistas a los que todavía no les han explicado cómo funcionan en general las otras personas? Pues que el sufrimiento que sienten debe ser infinito (el mismo que tenía yo cuando era cría y no entendía nada).
El hecho de comprender que la gente en general funciona de una manera y yo de otra, no quiere decir que no me duela o que no me desgaste.
Aunque sea capaz de comprender de verdad a los otros, mi funcionamiento interno sigue siendo el mismo que hace muchos años.
¿Qué ha mejorado en mí siendo capaz de entender a los otros? Que los cabreos ahora son menores y que soy consciente de que esos cabreos se producen porque percibimos y procesamos el mundo de manera distinta. Ya no lo pago con los que me cambian los planes. Tendrán sus motivos y si me los explican los entiendo, aunque me duela.
Pero que sepáis que, para las personas que percibimos el mundo de una manera distinta, los cambios de planes nos suponen un dolor real. Y tenemos que hacer ejercicios de flexibilidad interna todo el rato que nos suponen un desgaste energético mayor que a las personas que les cuesta poco cambiar de planes. Digamos que nos “agota”.
Eso es otra cosa del autismo que no se ve por fuera porque hacemos esfuerzos por “encajar o disimular o adaptarnos continuamente”, pero se sufre por dentro.
También me ocurre cuando tengo que cambiarle yo el plan a otro por algún motivo importante. También sufro. Porque, de la misma manera que no me gusta que me cambien los planes a mí, no quiero hacer eso a otros. A veces lo hago porque me surge algo que considero más importante, y me toca cambiar el plan a otro.
El otro día tuve que cancelar una consultoría. Me supo fatal y no por el dinero que dejé de ingresar; sino por la persona a la que dejé “colgada”. Lo hice, fui consciente de que me supo fatal, experimenté esa sensación y acepté que ese sentimiento de “fatalidad” se produjo por lo que los profesionales del autismo llaman “rigidez cognitiva”, pero para mí siempre ha sido: “ser coherente, consecuente y comprometido con lo que digo que voy a hacer”.
Que nos cambien de planes nos estresa y nos altera y por lo tanto nos desgasta.
Sigo trabajando en mí. En mis mosqueos, en mis supuestas “rigideces”… por eso me llamaban “tozuda”, porque, cuando se me metía algo entre ceja y ceja… nadie me sacaba de ahí.
Tener “rigidez cognitiva” también es bueno para algunas cosas: cuando me propongo algo de verdad, no habrá nada que me impida llegar a ello, excepto si colapso, “peto” o me enfermo, claro. Entonces todo se irá a la mierda (o lo mandaré a la mierda) sin que haya nada que pueda impedirlo. Un trabajo, una persona, un proyecto… o cualquier cosa.
Mi reto ahora es aprender a no colapsar, incluso cancelando planes… imaginaros el desafío que eso me supone… de verdad que no lo podéis imaginar. Es un desafío enorme. Es el aprendizaje actual, es en lo que estoy trabajando día a día. Aunque un día tenga que dejar de ir a la clínica porque tengo un dolor de cabeza horrible debido a la sobrecarga de la semana, por poner un ejemplo. O le tenga que decir a un amigo que estoy cansada y prefiero quedarme en casa.
Si se hubiese detectado el autismo en mi infancia y en lugar de decirme que era extremadamente tozuda, me hubiesen explicado que tenía “rigidez cognitiva” por ser autista… tal vez las cosas hubiesen sido distintas, me hubiese ahorrado mucho sufrimiento; hubiese entendido muchísimo antes que los cerebros de la mayoría de personas funcionan distinto al mío.
Me tocó aprenderlo por mis propios medios, a base de observación, muchos colapsos y sufrimiento y sensación de estar inadaptada.
Entender las cosas, entender nuestro funcionamiento interno nos aporta mucha calma.
Seguiré de vez en cuando contando cositas así en primera persona para que se siga entendiendo el autismo y que podamos adaptarnos unos a otros, comprendiéndonos unos a otros. Haciéndonos las relaciones sociales más fáciles unos a otros. Que no siempre seamos las minorías las que tengamos que hacer ejercicios brutales de adaptación a las grandes masas.
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En el asunto de la puntualidad, yo tambien soy muy estricto.Conozco gente que llegan tatde por norna y no le dan importancia.A mi siempre me ha parecido una falta de respeto.
Algunos seremos «estrictos», pero otros se pasan con la flexibilidad. Gracias por comentar 🙂